Y mientras él me hablaba, ella me decía: ''No pierdas tu norte, yo sé que tú eres inteligente y sabes perfectamente lo que es bueno y malo para ti y tu futuro''. Si sé, obvio que lo sé y también soy todo eso que ella me dijo, y creo que aún más. Y odio cuando me estresan, ¿Acaso solo puedo ser feliz con un triunfo académico? Qué les pasa...
Y también odio cuando escucho mucho y no entiendo nada, gritos van y vienen, lo peor es que son por cosas mínimas. Vivan la vida, es una sola. Pero qué puede opinar una niña de 17 años, casi de 18, si solo tiene el deber de estudiar y ser feliz con eso. Qué estúpido.
Pero sigo yo ahí, caminando en contra de esa gente que corre apresuradamente hacia mí, y mi música acompaña mis pasos resguardándolos de su debilidad. ¿Qué pensarán? ''Háganse mierda, apártense de mi camino que llego tarde''. Y una solo trata de moverse lo más ágilmente posible, y no por ellos, si no por salir luego a la superficie, pues ese aire denso y preoxigenado me consume y bloquea mis pulmones, es posible que me desmayara en esa situación. Además eso de subir y bajar escaleras me harta, aunque sé que quizás es el único y gran ejercicio físico que hago durante todo el día, pero a quién le importa eso, viva la comida, perdón, ya no, ahora la dejé. Qué importa la comida.
Y como a la comida, también he querido dejar otras cosas, pero no me pregunten si ha resultado, fracasos totales. Tal vez habrá que utilizar otros medios, tal vez el destino no quiere que las deje, tal vez son demasiado insignificantes para que las abandone, simplemente no me influyen.
Ahora, en este momento, en este segundo, solo deseo dormir, y soñar, y que mañana quizás me espere... me espere un buen día. Que el tiempo no me pille, que no me apresure ni me relaje, solo fluya dentro de mi cabeza. No hay tiempo, como siempre, como en todo este año, como cuando no tenía nada que hacer y podía hacer todo, y lo hacía. Como cuando no tenía más entretención que mirar el cielo nocturno y estrellado por mi ventana a las 3 de la madrugada acompañado por una música de fondo proveniente de los brutales parlantes, y cubrir la oscuridad con una débil luz azulada que me hacía suspirar. Mirar las estrellas y estudiarlas, sabía perfectamente la hora y el momento en que salía la luna, y si ésta iba a ser llena o menguante, o quizás algún eclipse, por qué no. Y ahí solo soñaba y el tiempo era mío, y sabía muchas cosas más, que lamentablemente ahora he olvidado... Amaba esas horas acompañada. La luna fue mi mejor confidente.
Qué decadente, pues ahora solo pienso en dormir. Y ¿Dónde quedaron aquellas actitudes mimadas e ingenuas? Decadente... Pero no todo, hay cosas mejores que aquellas, la verdad es que son mil veces mejores. Como tú por ejemplo, como ellas, como... En fin. Ya no sueño, esas son cosas de personas reprimidas; ya no miro por la ventana, eso me impulsaba a soñar; ya no enciendo la luz azul, pues me llevaba por obligación a observar el cielo nocturno; y ya no escucho música a través los parlantes brutales, pues su poder me conmovía de tal manera que me llevaba a la oscuridad. Y así dormía y era especial, y era pacífico e inigualable. Ahora... Ahora no es. Ni ganas me dan de estar acostada, pues al segundo suena mi teléfono dando paso a un nuevo y agotador día. Y todo comienza nuevamente.
Y también odio cuando escucho mucho y no entiendo nada, gritos van y vienen, lo peor es que son por cosas mínimas. Vivan la vida, es una sola. Pero qué puede opinar una niña de 17 años, casi de 18, si solo tiene el deber de estudiar y ser feliz con eso. Qué estúpido.
Pero sigo yo ahí, caminando en contra de esa gente que corre apresuradamente hacia mí, y mi música acompaña mis pasos resguardándolos de su debilidad. ¿Qué pensarán? ''Háganse mierda, apártense de mi camino que llego tarde''. Y una solo trata de moverse lo más ágilmente posible, y no por ellos, si no por salir luego a la superficie, pues ese aire denso y preoxigenado me consume y bloquea mis pulmones, es posible que me desmayara en esa situación. Además eso de subir y bajar escaleras me harta, aunque sé que quizás es el único y gran ejercicio físico que hago durante todo el día, pero a quién le importa eso, viva la comida, perdón, ya no, ahora la dejé. Qué importa la comida.
Y como a la comida, también he querido dejar otras cosas, pero no me pregunten si ha resultado, fracasos totales. Tal vez habrá que utilizar otros medios, tal vez el destino no quiere que las deje, tal vez son demasiado insignificantes para que las abandone, simplemente no me influyen.
Ahora, en este momento, en este segundo, solo deseo dormir, y soñar, y que mañana quizás me espere... me espere un buen día. Que el tiempo no me pille, que no me apresure ni me relaje, solo fluya dentro de mi cabeza. No hay tiempo, como siempre, como en todo este año, como cuando no tenía nada que hacer y podía hacer todo, y lo hacía. Como cuando no tenía más entretención que mirar el cielo nocturno y estrellado por mi ventana a las 3 de la madrugada acompañado por una música de fondo proveniente de los brutales parlantes, y cubrir la oscuridad con una débil luz azulada que me hacía suspirar. Mirar las estrellas y estudiarlas, sabía perfectamente la hora y el momento en que salía la luna, y si ésta iba a ser llena o menguante, o quizás algún eclipse, por qué no. Y ahí solo soñaba y el tiempo era mío, y sabía muchas cosas más, que lamentablemente ahora he olvidado... Amaba esas horas acompañada. La luna fue mi mejor confidente.
Qué decadente, pues ahora solo pienso en dormir. Y ¿Dónde quedaron aquellas actitudes mimadas e ingenuas? Decadente... Pero no todo, hay cosas mejores que aquellas, la verdad es que son mil veces mejores. Como tú por ejemplo, como ellas, como... En fin. Ya no sueño, esas son cosas de personas reprimidas; ya no miro por la ventana, eso me impulsaba a soñar; ya no enciendo la luz azul, pues me llevaba por obligación a observar el cielo nocturno; y ya no escucho música a través los parlantes brutales, pues su poder me conmovía de tal manera que me llevaba a la oscuridad. Y así dormía y era especial, y era pacífico e inigualable. Ahora... Ahora no es. Ni ganas me dan de estar acostada, pues al segundo suena mi teléfono dando paso a un nuevo y agotador día. Y todo comienza nuevamente.
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